La formación ética universitaria cubana como herramienta para la prevención social

EDUMECENTRO 2023;15:e2391

ARTÍCULO DE POSICIÓN

 

La formación ética universitaria cubana como herramienta para la prevención social

Cuban university ethics training as a tool for social prevention

 

Idalsis Fabré Machado1* https://orcid.org/0000-0001-5241-8634
Celia Marta Riera Vázquez1 https://orcid.org/0000-0002-1996-3283
Joaquín Salvador Blanco Marrades2 https://orcid.org/0000-0002-7671-7222

 

1 Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas. Centro de Estudios Comunitarios, facultad de Ciencias Sociales. Villa Clara. Cuba.
2 Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba, facultad 1. Hospital clínico-quirúrgico de Ginecobstetricia, "Dr. Juan Bruno Zayas". Santiago de Cuba. Cuba.

 

* Autor para correspondencia. Correo electrónico: idalsisFM@uclv.edu.cu

 

 


RESUMEN

Introducción: es vital promover una concepción y estrategias de prevención social en las universidades cubanas adecuadas a problemáticas y contradicciones sociales que vivencian sus actores como sujetos socioéticos en diversos ámbitos de vida para erigirse en agentes de cambio desde una praxis humanista y emancipadora acordes al proyecto social cubano.
Objetivo: analizar crítica y propositivamente, desde una perspectiva sociológica, el papel de la prevención social como herramienta de formación ético-profesional en las universidades cubanas.
Métodos: revisión bibliográfica sistemática para la reflexión crítica de documentos, (trabajos de diplomas, tesis de maestría y doctorado 2008-2021), artículos originales y de revisión (2010-2021) localizados en SciELO, Google académico y en la biblioteca digital del Centro de Estudios Comunitarios (UCLV). Se centró en enfoques y discursos producidos desde las ciencias y la política sociales sobre la problemática.
Desarrollo: la universidad cubana debe promover el protagonismo personal y social en la solución de los problemas de la vida cotidiana (resultado o manifestación de las contradicciones en la sociedad) en el ejercicio de los diferentes roles sociales y que desde una posición ético-crítica actúe en la prevención social.
Conclusiones: el conocimiento sociológico es herramienta de autorreflexión y reflexión institucional para propiciar alternativas a las prácticas preventivas tradicionales formalizadas articulando críticamente con la formación ética. La prevención es proceso educativo y de intervención social con la finalidad de la transformación de comportamientos y actitudes de vulnerabilidad de profesionales en formación, desligada del formalismo y la burocratización.

DeCS: ética profesional; capacitación profesional, aprendizaje; docentes.


ABSTRACT

Introduction: it is vital to promote a conception and strategies of social prevention in Cuban universities appropriate to social problems and contradictions that their actors experience as socioethical subjects in various spheres of life to establish themselves as agents of change from a humanist and emancipatory praxis in accordance with the social project Cuban.
Objective: to analyze critically and purposefully, from a sociological perspective, the role of social prevention as a tool for ethical-professional training in Cuban universities.
Methods: systematic bibliographic review for critical reflection of documents, (diploma works, master's theses and doctorate 2008-2021), original and review articles (2010-2021) located in SciELO, Google academic and in the digital library of the Center of Community Studies (UCLV). It focused on approaches and discourses produced from the social sciences and politics on the problem.
Development: the Cuban university must promote personal and social leadership in solving the problems of daily life (result or manifestation of the contradictions in society) in the exercise of different social roles and that from an ethical-critical position it acts in social prevention.
Conclusions: sociological knowledge is a tool for self-reflection and institutional reflection to promote alternatives to traditional formalized preventive practices, critically articulating with ethical training. Prevention is an educational process and social intervention with the purpose of transforming behaviors and attitudes of vulnerability of professionals in training, detached from formalism and bureaucratization.

MeSH: ethics professional; professional training, learning, faculty.


 

 

Recibido: 15/04/2022
Aprobado: 09/01/2023

 

 

INTRODUCCIÓN

"La educación verdadera es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo".
Paulo Freire

La política preventiva cubana fija pautas con un sustento legal, de ahí que la prevención social esté implícita e incorporada al objeto social de organizaciones e instituciones, con énfasis en el sector educacional, particularmente las universidades; estas tienen un doble reto: trabajar desde las concepciones de la prevención social en función de dar un adecuado tratamiento a problemáticas y contradicciones sociales en las que estudiantado y claustro se debaten como sujetos sociales en sus diversos ámbitos de vida y lograr desde la formación profesional que se erijan en sujetos de cambio desde una praxis humanista y emancipadora.(1)

Todo ello está indiscutiblemente transversalizado por el componente ético, entendido no como una abstracción discursiva que se refleje en la retórica de los valores, sino como práctica social que se materializa al convertirse en el principio orientador de la sociedad. Estos fundamentos cobran particular importancia al centrar el análisis en el papel que dentro de ese entramado socioestructural tienen las universidades, las cuales más que agentes de socialización, constituyen el germen de la transformación social, como espacios donde se geste la superación ético-crítica del individuo desde su condición de sujeto en el marco del proceso de formación profesional.

Ahora bien, esta superación crítica no es realizable solo con la premisa de la excelencia instructiva que pueda aportar el dominio del andamiaje teórico conceptual y técnico de la disciplina en la que ese sujeto se forma. Involucra desentrañar la ética implícita en mucho de la cultura existente en nuestros días signada por la mentalidad utilitarista pragmática de base hedonista donde el éxito es la meta, alcanzada por sí misma y desconectada del factor casual y de las condiciones sociales, una apología cotidiana al tener con apariencia de necesidad(2); la exclusión por vía de la indiferencia y la acusación el otroexiste solo para acusarle, descalificarle, etiquetarle, impidiendo el diálogo-, la clausura el cierre del otro en límites legales, fiscales, económicos, culturales, psíquicos, raciales, por género y orientación sexual, o conceptuales, la indisponibilidad la renuncia a todo horizonte de responsabilidad y compromiso que desborde el propio límite individual que se hace cargo solamente de lo de uno-, en fin, la degradación de la esencia social, relacional de la existencia real del hombre(3), entre otras de sus expresiones que presentes en prácticas cotidianas la más de las veces, dice Figueras, la "sociedad adormecida [es] acrítica de su propia conducta."(2)

Se trata entonces, criterio que defendemos los autores desde nuestra praxis profesional e investigativa, que el proceso formativo permita a estudiantes y profesores implicarse críticamente en los debates éticos, axiológicos e ideológicos que atraviesan a la sociedad e impactan no solo en el pensamiento científico, sino que intervienen en la dinámica de los grupos, organizaciones, instituciones, así como en las estructuras políticas y económicas, en función de contribuir desde el ejercicio profesional a su perfeccionamiento, lo cual se traduce también en superación personal y autodesarrollo como sujetos cada vez más conscientes y comprometidos con su tiempo.

La prevención social está diluida, implícita e incorporada al objeto social de diversas organizaciones e instituciones, dentro de las que destacan aquellas del sector educacional y en particular, las universidades.(3) Estas últimas tienen un doble reto: por un lado, el de trabajar desde las concepciones de la prevención social para con su estudiantado y claustro, en función de dar un adecuado tratamiento a las problemáticas y contradicciones sociales en las que estos se debaten como sujetos sociales y que se expresan en su ámbito personal, familiar, profesional y académico y por otro, lograr desde la formación profesional que tanto estudiantes como profesores se erijan en sujetos de cambio desde una praxis sustentada en el sentido humanista y emancipador que enarbola nuestro proyecto social.(4,5)

El presente artículo tiene como objetivo problematizar y analizar el papel de las universidades en la formación ética, entendiendo a este proceso de apropiación crítica como una herramienta para la prevención social porque "la producción de conocimiento y su trasmisión es un diálogo problematizador que impacta en la acción de transformar."(5)

Se trata entonces de situar la criticidad ética en la práctica social activa, propiciadora de una actitud y comportamiento ético explícito, una personalidad autónoma, consciente y coherente en el ejercicio de los roles sociales, asignados-asumidos a través de la práctica preprofesional, dadas las particulares y concretas circunstancias histórico-sociales imperantes.

 

MÉTODOS

Se realizó una revisión bibliográfica sistemática para desarrollar un análisis de reflexión crítica de documentos, tales como trabajos de diplomas, tesis de maestría y doctorado (2012-2021), monografía de sistematización, artículos originales y de revisión publicados entre 2010 y 2021 en español, empleadas como bases de datos SciELO y Google académico, los contenidos en la Biblioteca digital del Centro de Estudios Comunitarios (UCLV) contentiva de más 500 tesis de maestría y doctorado de Cuba y otros países, así como textos clásicos dedicados al tema. Se centró en analizar los enfoques y discursos producidos desde las ciencias y la política sociales sobre la problemática de la prevención social y la práctica a ella adscrita.

Además, se realizó una valoración crítica y el procesamiento de datos producidos por diferentes proyectos de investigación en los que han participado los autores a lo largo de su actividad profesional en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas desde el Centro de Estudios Comunitarios y en el ejercicio del trabajo asistencial y en la docencia médica. Ello tiene como antecedente fundamental la persistencia de una línea de estudios sociocriminológicos asociados a la prevención, la delincuencia y al control social, a lo largo de casi dos décadas.

 

DESARROLLO

Anclajes necesarios

Los ejes teóricos y metodológicos que conforman este producto son el resultado de los estudios realizados en el marco de proyectos de investigación CITMA coordinados desde el Centro de Estudios Comunitarios (CEC), de los trabajos realizados por estudiantes de las carreras de Derecho y Sociología, así como de los egresados de la Maestría en Desarrollo Comunitario de varias provincias del país, procesos en los cuales están implicados los autores desde su liderazgo y responsabilidades en el orden científico.

Tales consideraciones se han conformado también luego de haber consultado publicaciones seriadas y fuentes especializadas, bibliografía acerca de la prevención y sus normatividades, examinado varios modelos de profesionales vinculados a las ciencias sociales y de la salud, haber revisado, e incluso, vivenciado experiencias de acciones de prevención que permitieron ratificar las formulaciones contenidas en las reflexiones de este artículo. La prevención social, consideramos los autores, no es solo un conjunto de proyecciones o un programa; aunque esta sea la parte visible de lo que se hace al respecto en muchas instituciones y organizaciones, especialmente en las universidades cubanas.

Esta limitación apunta primero, a la necesaria crítica a su formalización y, en segundo lugar, a la necesidad de su emergencia como estrategia de superación crítica de problemáticas socioéticas que median los procesos de enseñanza aprendizaje y la vida cotidiana en las instituciones de Educación Superior cubanas para situarla en la perspectiva pedagógica y la praxis institucional como eficiente herramienta para la formación ética de futuros profesionales.

En los marcos de la educación institucionalizada cubana constituye una premisa la superación de modelos docentistas y academicistas que se sustentan en la trasmisión de conocimientos, al margen de las contradicciones sociales de las que este conocimiento emergió y a cuya superación debe tributar, a la concepción y planificación de procesos educativos que tiendan al progreso ético de la sociedad, como lo considera Galindo.(7)

Es esta la esencia de la denominada formación o educación en valores, que sin dicho contenido quedaría reducida a una expresión tautológica pues solo desde esta orientación se logrará producir un sujeto social históricamente situado a la altura de ese hombre nuevo al que se refiriera el Che.

"… Educar en valores hoy significa comprometerse con el progreso ético, considerado como criterio evaluador del progreso social solo si la clase social que detenta el poder, portador de un modelo ético, puede garantizar el desarrollo de un humanismo real, aportando los principios, direcciones y formas de su desarrollo hacia el resto de las clases sociales y grupos, … por ello la finalidad mediata del proyecto cubano es la personalidad social, lo que evidencia la raíz humanista de este proyecto..."(7)

Desde este posicionamiento, el tema de la formación ética-crítica desde las universidades en la sociedad cubana actual no puede pasar por alto problemáticas tales como: la generacional, la coexistencia de diferentes sujetos económicos, las contradicciones entre capital cultural y económico, entre otros elementos que desempeñan un papel muy importante en el panorama social cubano. ¿Qué sucede con los sujetos económicos emergentes, tales como las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES)? ¿Por qué valores están apostando? ¿Cómo posicionarse positivamente en medio de la coexistencia de varias generaciones con puntos de partida y referentes existenciales diferentes? ¿Cómo abordar las divergencias entre una misma generación cuyos patrones socioculturales la hacen tan heterogénea en medio de la dinámica de la sociedad cubana de estos días?(2)

Estas y muchas otras interrogantes deben formar parte del dossier académico, de conjunto con un análisis ético-crítico profundo de las tendencias internacionales, de los desafíos que supone la hegemonía neoliberal, la migración de las sociedades a la condición online y la inserción de las personas en estas dinámicas, realidad virtual donde se agudiza la hegemonía, no solo mediática del capital y consiguientemente las contradicciones ya existentes fuera de la red, así como las condiciones sociopolíticas y económicas imperantes postpandemia a nivel mundial. Sumado a tal estado de cosas y, en primerísimo orden, está el papel que desempeña Cuba en medio de este convulso panorama.

Todo ello debe constituirse en temas que transversalicen la formación integral de educandos y profesores como parte de ese debate permanente para colocarlos como profesionales a la altura del momento histórico que viven y les permita desarrollar su actividad profesional desde el compromiso y la responsabilidad social, sin hacer discriminaciones respecto al tipo de disciplina científica en la que se esté formando un estudiante y de la que constituye parte importante, el claustro.

Por tanto, "la ética se ha transformado en un elemento activo de la formación profesional integral".(4) La construcción de la nueva sociedad es de hecho un experimento y solo una persona consciente, coherente, inteligente y auténtica es capaz de llevar a cabo las transformaciones pertinentes a un proceso tan profundo y complejo. Este proceso supone considerar la diferenciación real existente entre los sujetos individuales y sociales presentes. Fomentar el desarrollo de este tipo de profesional en la actualidad, máxime en las condiciones complejas de nuestro país, precisa de políticas científicamente fundamentadas que promuevan adecuadamente el proceso socializador de la personalidad, primordialmente en el ámbito universitario.

Si bien la prevención social en Cuba hoy se mueve entre determinadas contradicciones que condicionan su praxis, desde el entramado institucional y profesional, tiene el reto de escapar a la lógica clasificatoria que parte exclusivamente del riesgo, la vulnerabilidad, la desventaja social y posicionarse desde el eje inclusión-exclusión, así como desde el encargo social institucional de accionar preventivo que lleva implícito el principio humanizador y dignificador del sujeto.(8)

La prevención social desde la formación ética-critica debe ser un proceso que conduzca al crecimiento en salud. Ello significa considerar a las personas no como objetos; por el contrario, es ofertar recursos que propicien su reflexión crítica sobre la realidad y develar, tras los malestares de la vida cotidiana que sufren, las contradicciones sociales que los generan, potenciando su autonomía y protagonismo en la toma de decisiones para encontrar alternativas de soluciones a esos malestares y necesidades.

En esta dirección, significa superar la visión del individuo, del grupo, como problema, como fracaso; las acciones preventivas desde este posicionamiento están encaminadas a potenciar la salud, que es potenciar la ética, la dignidad y los valores, despertar un criticismo ético que anteceda los problemas y más que centrarse en ellos se develen los condicionamientos de su existencia y las potencialidades presentes en dicha problemática para estructurar las variantes o posibles acciones de transformación de ese estado de cosas.

Todo ello se sintetiza en la participación como involucramiento activo de los individuos y grupos en la transformación social y a la vez, de ellos mismos, como sujetos individuales y colectivos(9), el desarrollo de capacidades y habilidades para el autoaprendizaje que conduzca a reorganizar estructuras valorativas y funcionales a partir de las experiencias, las conclusiones y aprendizajes que logran de los procesos de participación.

La prevención social en el contexto universitario

Una característica del contexto universitario cubano es la diversidad de su estudiantado y su claustro. Esta, en el ámbito educativo, tiene múltiples manifestaciones (económicas, culturales, geográficas, étnicas, religiosas) y aunque ha existido históricamente, no siempre ha sido tomada en cuenta o correctamente tratada por el sistema educativo cuya práctica ha sido tendencialmente homogeneizante. No obstante, el tratamiento a la diversidad y la heterogeneidad social, especialmente en el ámbito universitario, no puede traducirse en absolutización de casos individuales. Esto nos lleva a la llamada "atención diferenciada" que a la postre termina por reproducir una lógica clasificatoria que parte de la ponderación del riesgo y no de la dialéctica riesgo-potencialidad.

Como enfoque para la prevención, la resiliencia ofrece un espectro de posibilidades y responsabilidades mucho mayores y de mayor impacto que los enfoques anteriores, los cuales trabajaban sobre la identificación y transformación de factores de riesgo. Sin desechar la importancia del trabajo con enfoque de factores de riesgo, ya conocidos y con experiencia acumulada, el enfoque de resiliencia permite realizar prevención de forma más integral pues tiene que ver con la relación que se establece entre esos dos tipos de factores, ya sea en un sujeto o en un grupo.(10,11) De ahí la importancia que se le dé en el proceso de formación universitario cuando se le enfoca desde las articulaciones de ética, valores y prevención.

Persisten retos importantes para la educación superior cubana, sobre todo en superar los sesgos que todavía están presentes en algunas concepciones y prácticas, tanto institucionales como no institucionales relacionados con procesos clasificatorios, respecto a los cuales Bourdieu y Wacquant(12) consideran que el poder simbólico de nombrar y clasificar las cosas y particularmente los grupos, confiere a las realidades que emergen de sus operaciones de clasificación toda la permanencia, la de las cosas, que una institución histórica es capaz de conceder a las instituciones históricas y de los cuales se han constatado problemáticas de exclusión social asociadas a estereotipos y prejuicios culturales que inciden en la integración intercultural de los estudiantes universitarios como en investigaciones realizadas por el departamento de Psicología de la UCLV desde el proyecto "Subjetividades sociales y mediaciones desintegradoras en la sociedad cubana: alternativas desde la intervención psicosocial".(13)

Aun así, no caben dudas de que las transformaciones realizadas desde la institucionalidad de la Educación Superior cubana van acompañadas de una voluntad política, que con un sentido humanista colocan al estudiante y docente en el centro de la labor pedagógica. He aquí la potencialidad que permitirá superar la contradicción en la cual está contenida.

Por tal razón, enfatizamos que todo esto debe concebirse de forma integral como parte del proceso docente-educativo, de manera tal que tanto profesores como estudiantes se impliquen en ello como sujetos activos y gesten, desde su actividad conjunta, las alternativas de superación respecto a las problemáticas por ellos identificadas.

Es necesario fomentar el análisis multidisciplinar de los fenómenos, no solo desde el punto de vista teórico y metodológico, sino para la transformación social de la realidad, con una mirada práctica, articuladora e integradora consecuente con la multicondicionalidad de la formación ética desde la concepción preventiva, con un enfoque integral que abarque a todas las disciplinas contenidas en el ámbito universitario cubano. Esto debe traducirse en la superación de estereotipos generados al validar la errónea idea de que cuestiones como estas solo les competen a las denominadas ciencias sociales, a favor de promover una práctica institucional de ruptura de las barreras disciplinares.

Un individuo que conoce las contradicciones de la estructura social a la que pertenece y por tanto está en condiciones de enfrentar su solución, es un individuo con conocimiento de causa y libre. Esta libertad posibilita el desarrollo del protagonismo personal y social en la solución de los problemas que a él le plantea la vida cotidiana (que son al mismo tiempo resultado o manifestación de dichas contradicciones) y esto a su vez contribuye al desarrollo de una personalidad autónoma, consciente y coherente en el ejercicio de la diversidad de roles sociales, asignados-asumidos a través de la práctica histórico-social y particularmente, desde los distintos roles profesionales.

Es esta la cualidad primordial de la prevención social y en ella se materializa, además, la formación ética, no como estéril declaración de principios, sino como proyecto social que debe concretarse diariamente en cada una de las dinámicas universitarias.

La formación ética en la universidad, sustento de la prevención social

Tanto la educación cívica, como la socialización, son procesos consustanciales a la sociedad, pero se desarrollan de manera muy particular en las universidades y tienen como objetivo supremo la promoción de relaciones sociales estables y armónicas que permitan la cohesión y la integración de todos sus miembros, así como también previenen la generación de desajustes socialmente relevantes.

Es posible entender entonces la intrínseca relación existente entre educación cívica y socialización, lo que se traduce en un aspecto importante de la prevención social, cuyo marco referencial de origen son las normas morales, jurídicas y sociales imperantes en la sociedad de la cual forma parte la comunidad concreta, sus contextos, es decir la presencia, como afirma Galindo de "los correlatos entre: el proyecto social y el modelo de ciudadano al que se aspira, los intereses individuales, grupales y sociales, el discurso a partir de los fines de la actividad, los sujetos implicados y la realidad social así como la dialéctica del ser, el poder ser y el deber ser".(7)

Educar a las personas de una sociedad como ciudadanos, va mucho más allá de la mera instrucción académica. Implica fomentar en estos sujetos el respeto por el otro, el sentido de nacionalidad, la identidad con aquello que los distingue, con sus raíces, su historia y su cultura, en "… una creciente, dramática y dialéctica toma de conciencia..."(14) Sobre todo, implica conocimiento de todo aquello que como ciudadanos los une, de sus deberes y derechos y de esa responsabilidad moral que se concreta en cada uno de los roles que asumen como parte de la dinámica socioestructural que comprende a toda sociedad, tal y como afirma Pablo Freire "como ser social e histórico, como ser pensante, comunicante, transformador, creador, realizador de sueños, capaz de tener rabia porque es capaz de amar. Asumirse como sujeto porque es capaz de reconocerse como objeto. La asunción de nosotros mismos no significa la exclusión de los otros".(15)

El profesor, refrendan Riera y Fabré, no solo enseña contenidos, sino también una manera de pensar el mundo.(6) Un hecho originalmente interpretado sesgadamente, como puede ser y es la prevención social, vista unilateralmente desde la vulnerabilidad y el riesgo, es comunicado tal cual a los estudiantes, los que a su vez lo traducen a sus prácticas profesionales (pueden ser docentes) y así, sucesivamente. En el acto de enseñar se van reproduciendo y trasmitiendo, de generación en generación de profesionales, interpretaciones y concepciones sobre la realidad social, condición contribuyente en la ralentización o detención del conocimiento científico y, por ende, la formación profesional, a la reproducción de prácticas asistencialistas, etiquetadoras y de marginación social en lo que a prevención social se refiere.

La universidad cubana no solo tiene el compromiso de formar profesionales competentes, altamente calificados y competitivos; su encargo no es formar "profesionales dóciles al pensamiento oficial, ni becarios que vivan al amparo del presupuesto" como alertara el Che;(16) sino que debe formar un profesional comprometido con los ideales del proyecto social cubano. Su rol formativo y educativo debe rebasar los límites de la instrucción tecnocrática burocratizada y dotar a los estudiantes de herramientas que le permitan su autoeducación y autodesarrollo como única vía para lograr el crecimiento en salud y la gestación de ese ser humano nuevo, emancipado, consciente y autocrítico, apropiado de una eticidad concreta y práctica, al decir de Vitier, cuyos fundamentos están en los valores del trabajo y sus principios ligados al antimperialismo, el anticolonialismo, el antirracismo y la solidaridad comunitaria e internacionalista.(14)

Como expresara Fernando González Rey: "Ningún valor, norma u otro elemento de regulación moral se asume de forma inmediata por su racionalidad, justicia o carácter necesario."(17) de ahí que la formación de valores no se produce solo por la existencia y predominio de los valores de la sociedad en cuestión; la experiencia individual del sujeto, mediada por la particular influencia educativa en la que participa, incide de modo esencial en dicha formación, en la configuración de su eticidad.(18)

La participación en el propio proceso de aprendizaje posibilita contribuir activamente en la construcción de su propia subjetividad. Para educar participativamente hay que tomar al educando como sujeto activo de su desarrollo, hay que adecuar el proceso a sus necesidades, expectativas e intereses para que, en el ejercicio profesional, una vez egresado, su modo de actuación concretado en el saber, el hacer y el ser profesional, encuentren como expresión la integración de los conocimientos, habilidades y valores(19) que aseguran un desempeño ético preventivo. Es decir, una actitud profesional, motivación, comportamiento laboral y social junto a las competencias disciplinares, las cualidades personales, de los espacios de estudio y laborales de manera articulada.(20)

Asumir la complejidad de la realidad social (a la que no escapa la universidad) y la esencia contradictoria del desarrollo humano es vital y debe ser premisa fundamental del proceso de prevención. La universidad tiene que lograr que sus estudiantes y profesores sean agentes de cambio social más allá de la docencia y la investigación, para lo cual es indispensable que se posicionen desde una concepción ético-trasformadora que presupone el respeto a la diversidad de criterios, desde un sustento inclusivo, de no marginación con nuevas formas de hacer, modificando los modos de actuación frente a viejos problemas sociales y creando alternativas de solución ante los nuevos, en la compleja trama de vínculos e interdependencias de la inserción de Cuba en el mundo, de la construcción y realización del proyecto social de emancipación y justicia social.

Se trata entonces de contribuir, desde una praxis coherente, a promover entre los estudiantes y profesores universitarios, relaciones sociales solidarias, participativas, cooperativas que les permitan identificar a partir de la diversidad de sujetos individuales y colectivos, sus contradicciones, malestares, limitaciones y potencialidades en pos de la superación y transformación con un sentido crítico y comprometido con ellos y su realidad.

Se habla entonces de una formación y educación preventiva a favor de la integración y no de la exclusión, donde la situación social -compleja y no simplificable- quede vinculada al contexto como un todo, a partir de lo cual se implementen acciones específicas e integradoras con la necesaria complementación entre el discurso y el hacer: la praxis. Esto obliga a una revaloración y relectura de la formación y la educación de los profesionales desde las aulas de las instituciones de educación superior cubanas que desechen, crítica y propositivamente, la mera trasmisión de información y las acciones asistencialistas.

Educandos y docentes tienen el desafío de revalorar la autoconciencia, la dialogicidad y la sensibilidad respetuosa y profunda por los demás, la contextualización de las acciones profesionales de naturaleza preventiva y las interpretaciones que pueden generar a partir de los significados que comparten los sujetos en determinados contextos para no correr el riesgo de fracasar a partir de la no comprensión o la comprensión errónea y las diferencias en la interpretación de dichas acciones, su finalidad ética e inclusiva.

Esto es, reconocer el movimiento constante de las subjetividades actuantes, favorecer el ser críticos ante los fenómenos cotidianos con una orientación moral adecuada y cultivar "la eticidad cubana [que] es, pues, para Vitier, pensamiento y acción, especialmente la acción dirigida a alcanzar el nacimiento y el desarrollo pleno de la nación, libre de dominaciones extranjeras y para el bien y al servicio de todos los cubanos", como interpreta y plasma Pedro Pablo Rodríguez en el prólogo a la obra de Cintio Vitier "Ese sol del mundo moral. Para una historia de la eticidad cubana".(14)

 

CONCLUSIONES

Desde las visiones compartidas por los autores, el conocimiento sociológico es una herramienta de autorreflexión y de reflexión institucional para propiciar alternativas a las prácticas preventivas tradicionales y su articulación con la formación ética. La articulación prevención social-aprendizaje formativo y crecimiento personal, han de rebasar los marcos de la educación institucionalizada para lograr una prevención educativa y una educación preventiva que tenga como premisa el componente ético. En no dejar a la espontaneidad y a la casualidad el diálogo entre sociología e institución para abordar la prevención social estará el logro de esta autorreflexión y su concreción en un proyecto participativo de prevención social en la educación superior cubana.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Declaración de intereses

Los autores declaran no tener conflictos de intereses.

 

 

Contribución de los autores

Búsquedas bibliográficas, análisis de la información, elaboración y revisión del informe de la investigación: Idalsis Fabré Machado, Celia Marta Riera Vázquez y Joaquín Salvador Blanco Marrades.

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