Fundamentos didácticos y curriculares

Santa Clara, sep.-dic.

 

DOCUMENTOS

 

 

Fundamentos didácticos y curriculares

 

Curricular and didactic foundations

 

 

Juan Virgilio López PalacioI

I Doctor en Ciencias Pedagógicas. Profesor Titular de la Facultad de Humanidades de la Universidad Central de Las Villas.


Palabras clave: Preparación profesional, enseñanza, proceso educativo, didáctica.
Key words:
Professional preparation, teaching, educative process, didactics.


 

La multiplicidad de los problemas en la educación

Los que se vinculan a la práctica educativa acumulan vivencias que por referirse casi siempre a la cotidianidad del aula permiten la reflexión sobre la pluridireccionalidad de los ámbitos comprometidos.

No sería una novedad relacionar situaciones, generalmente conflictivas que van desde el número de alumnos en la clase y la disponibilidad de materiales docentes, hasta el dominio del tema por el profesor y la sistematicidad de su preparación profesional; pasando por tópicos tan diversos como la perdurabilidad de los conocimientos en el educando, la naturaleza de sus experiencias y el interés por su propio aprendizaje; así como el papel de la familia y la comunidad en el proceso educacional, para no hacer mención de algunos problemas tan embarazosos como es el de la pertinencia de los contenidos programáticos en su relación con los paradigmas curriculares y con la realidad del contexto en que se desarrollan.

Una introspección sobre el fenómeno educativo propicia  revelar la naturaleza del mismo.

En el aula, en el propio proceso de enseñanza, se expresan los más diversos elementos interrelacionadamente. Ellos hacen de la educación uno de los procesos más complejos que existen. Al ocurrir entre sujetos (alumnos y docentes) que se interrelacionan en actividades de diversas direcciones: enseñar, aprender, comunicarse, etc. intervienen factores propios de su condición bio-psico-social que lo hacen particular y variado.

Pero además, el enseñar y el aprender se amplía a las relaciones con otros sujetos, como son el resto de los educandos y profesores que componen el colectivo escolar, la familia y los miembros de la comunidad (microsociedad), donde se contextualiza la educación. Mientras que, por otra parte, interviene en el proceso la cultura: contenido seleccionado en el currículum, que se concreta no sólo en el libro de texto, sino en aquellas fuentes mediadoras de los conocimientos y en las experiencias acumuladas por la humanidad.

Los problemas de la educación no son, por tanto, sólo los del alumno y el maestro; tampoco son los que ocurren únicamente en el aula, ellos también se dan en las instituciones escolares y en el entorno social.

La comprensión del carácter multilateral de la educación remite a la adopción de una postura abierta y consciente frente a sus problemas. Hoy día no puede abordarse la labor docente desde posiciones empíricas. Han pasado los tiempos en que, apoyados en el conocimiento de cierta(s) materia(s)  o inspirados en las dotes artísticas, algunos devenían educadores. El saber educativo es un campo que si bien reúne infinidad de resultados científicos, está en franca construcción, lo que lejos de eximirnos de su conocimiento, compromete a los docentes con su desarrollo.

Fundamentos científicos de la educación
Abordar la educación en un sentido científico obliga al análisis de los fundamentos teóricos en que se erige.
Los problemas derivados de la práctica docente revelan la complejidad del fenómeno educativo y permite que sea analizado desde diversas perspectivas teóricas, cada una de las cuales responde a formas de concebir la sociedad, el hombre y la educación.

Perspectiva filosófica de la educación
Pasando por alto el estudio detallado de concepciones sobre la sociedad, existen dos que ilustran posiciones distintivas. La primera, la concepción de que la sociedad es la armónica y consensual, como una unidad basada en un orden moral.1

En esta concepción todos sus miembros aceptan los mismos valores, por un consenso espontáneo y dichos valores constituyen el vínculo que los une, y son la base de las normas que sirven para regular las relaciones individuales que llevan a la sociedad a un equilibrio funcional. Analizando esta cuestión Rozada plantea que «la esencia de esta corriente es la conservación del orden establecido, en la cual se puede inscribir el funcionalismo, lo que significa con respecto al sistema de enseñanza, estar de acuerdo con un sistema social más amplio.2

Así, el sistema de enseñanza debe ser un instrumento útil para responder a las demandas del cambio tecnológico y del sistema productivo (versión tecnológico-económica), o el sistema escolar tiene papel moderador de conflictos, de manera que se puedan mantener las expectativas de ascenso dentro de la estratificación vertical de la sociedad (versión reformista).3
La otra concepción de la sociedad la considera como una totalidad en la que se establecen relaciones sociales condicionantes de la actividad total de los hombres. Las relaciones económicas, políticas, culturales, ideológicas, condicionan todas las formas de actuación de los hombres incluyendo la educación.

En esta concepción la sociedad forma parte de una situación material concreta que evoluciona históricamente en un proceso de conflictos mediando las contradicciones, fuente del movimiento y el desarrollo. M. Pansza apunta en un enfoque dialéctico que los hombres en sus relaciones también tienen conflictos y se enfrentan contradictoriamente en situaciones que pueden determinar la propia autoconciencia de sus limitaciones y expectativas que le impone la vida social en un momento histórico determinado.4

La concepción dialéctica de la educación reconoce el proceso educativo sujeto a las mismas características condicionadas de las restantes actividades humanas. En él se presentan las contradicciones entre maestro alumno, alumno-alumno, alumno-comunidad, materia-alumno, las que se expresan en innumerables formas, y no son ajenas a la voluntad y actitud de los individuos y grupos humanos.

Al participar del enfoque dialéctico sobre la sociedad se destaca que los profesores y alumnos adopten una actitud consciente y crítica de sus respectivos papeles y de la realidad en que están inmersos, y se dispongan a comprometerse en el movimiento de transformación educativa, va que permite pensar en una educación en ascenso y en un futuro cualitativamente mejor.

Las concepciones sobre la sociedad (de las cuales sólo se han visto dos), tienen su base en distintos conceptos de hombre.
La actuación esquematizada y dogmatizada en educación, cambiaría muchas veces, si el maestro se hiciera consciente de la imagen del hombre que él percibe y que contribuye a formar con su intervención educativa.

Algunos maestros poseen una imagen del hombre como producto. Primero, producto de sus condiciones biológicas: de su inteligencia ya determinada al nacer. Segundo, como producto de la cultura, de su historia, de su sociedad.
Este concepto de hombre no permite, prácticamente, la actuación educativa sobre él, ya que tendría que enfrentarse a las fuerzas de las predeterminaciones.

Esta imagen del hombre generalmente se complementa con el criterio del papel conservador que ha de desempeñar en la vida: el hombre para reproducir su ambiente, asimilar la cultura, hacerse erudito, para consumir de su medio, para buscar un lugar en esa sociedad cuya finalidad es lograr su bienestar material.

Muchos alumnos y maestros se sorprenderían si fueran conscientes de que conviven con la imagen de un hombre que ha recibido una herencia biológico-cultural que pesa irremediablemente sobre él, y que su rol en la vida es convertirse en un miembro más que repite, prolonga y conserva el medido sin cuestionamiento, oposición, ni cambio.

Un concepto, bien distinto es el de hombre como totalidad. Este hombre nace con ciertos condicionamientos que se desarrollan y se modifican en su interactuar dinámico. El hombre que, si bien es producto de la sociedad y su cultura, es un ser actuante en ella. El hombre que es capaz de transformar la sociedad y a sí mismo, a través de la producción de bienes materiales y espirituales.
La mediación en la actuación está en la educación, cuyo enfoque también puede ser diverso. En el primer caso se entiende la educación como un medio para dar a los hombres conocimiento más que todo y como cultura, entendida ésta como información. Educación cuya función esencial es la adaptación del individuo a una sociedad que se debe reproducir para conservar sus tradiciones y costumbres y con ellas las características sociales.

Con una idea crítica y dialéctica de la educación, esta no puede remitirse a conservar la existencia ni el otro extremo, a considerar que la función de la educación es exclusivamente transformadora.

El basamento filosófico de este planteamiento está en el concepto de actividad, como condición inherente al ser humano, quien conscientemente actúa sobre él mismo y su entorno.

La educación tiene como función la conservación y la transformación. La educación está inmersa en las contradicciones humanas de sus sujetos protagonistas y de la sociedad. «Es instancia enajenante y posibilidad libertadora».4

El papel del docente en la educación contemporánea debe ser el de:

  • Identificar el ambiente como condicionante, examinar la realidad, detectar valores positivos dominantes y mecanismos de represión de la conciencia.
  • Romper con los roles asumidos inconscientemente: autoritarismo, dogmatismo, conformismo, sumisión, que impiden el auténtico crecimiento de profesores y alumnos.
  • Tomar conciencia de la necesidad de asumir los nuevos roles de transformador y crítico.

Perspectiva sociológica de la educación 
El mundo moderno se caracteriza por su dinamismo y la constante contraposición de paradigmas políticos, económicos y sociales. La caída del campo socialista y la prevalencia del capitalismo han creado profundas transformaciones en las formas de enfocar el desarrollo moderno. Mientras en lo político las pautas del gobierno oscilan entre las copias de las democracias representativas y la marcha hacia una gestión más participativa de la ciudadanía en las decisiones del estado, en lo económico, el enfrentamiento de países ha dado paso al enfrentamiento de bloques, en un proceso inevitable de la competencia capitalista: la integración; elevándose a rango de prioridad la calidad de la formación de los individuos.5

Es en este contexto mundial en el que está inserta Iberoamérica, con sus potencialidades y limitaciones y en el que los procesos educativos deben desarrollarse y dar respuesta a las demandas de aquellos que reciben sus servicios.

Por otro lado se hacen palpables las facilidades que ofrecen las innumerables vías y recursos de la información y la comunicación y cómo esto se refleja en el conocimiento mutuo de los hombres, de sus características y problemas. Se ha estrechado la visión del planeta y se ha ampliado la del hombre universal, y con esto la necesidad de relacionarse con las culturas económicas, políticas e ideológicas.

Lo anterior tiene que ver con la necesidad de la formación y rescate de valores. El impacto de la crisis de la civilización occidental y la socialista de Europa del Este, sin ser este el único factor, ha hecho sentir una crisis universal de valores. Se observa un predominio de individualismo, el egoísmo, el consumismo, el sensualismo, la incomunicación, la explotación del hombre y la naturaleza y pérdida de valores cívicos que conducen a la deshumanización. Frente a ello se impone el desarrollo de valores y actitudes positivas, como la tolerancia, la solidaridad, el respeto, reto que tiene delante la educación.

De cara a la tendencia social globalizadota, promovida por las grandes potencias (mercados comunes, desaparición de fronteras) y ante la política neoliberal de descentralización y privatización, hay una fuerte corriente de rescate de lo autóctono a partir del reconocimiento de la identidad, entendida ésta en lo individual y lo social.

Vera ha expresado con evidente fuerza  «Hay que potenciar toda identidad, tanto de la cultura, de la ciencia, de la educación de los valores, partiendo de sus raíces y continuidad histórica; hay que proyectar sus especificidades luego de haber evaluado y valorado las trascendencias de las mismas, así como de las provenientes de todas las latitudes».6 Y recuerda que Martí dijo: “Injértese en nuestras repúblicas del mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas”.

El reto para la educación está en hallar el equilibrio entre la identidad y la universidad, entre la autoctonía y la macrocolectividad. La educación tiene que dirigirse a que el individuo logre el conocimiento de lo propio: sus raíces y realidad, clarificándose en sus posibilidades y necesidades. También debe apuntar a la formación de la colectividad, en el sentido de la conciencia de la interdependencia; no en la sumisión ni en el desdibujamiento de lo individual, sino la interdependencia en la identidad y en la diversidad.

Cada vez más la educación se concibe como interacción de la escuela con la vida, de la enseñanza con la sociedad. La educación, el maestro, tiene que hacerse cargo de la realidad y nacional, y de sus alumnos como sujetos del proceso educativo, y aprender a conocer estas realidades para que en su interrelación se transformen y desarrollen.

Este último concepto tiene que ver con el carácter de proyecto de la educación, en tanto «educar es preparar al hombre para la vida» en expresión de José Martí. La vida es el proyecto personal de cada quien y la educación tiene que preparar a cada hombre para que se construya su proyecto de vida, insertado en el proyecto social.

Un serio problema tiene la educación latinoamericana, en general, si aceptamos con Vera que: «de hecho, hasta ahora, al maestro se le prepara y se le recalifica para administrar y ejecutar la enseñanza y no para que elabore una concepción educativa y lo concrete en su currículum».6

De esta forma se pone de manifiesto que aún no se tiene en cuenta el papel relevante que el maestro puede tener en el marco global de lo social. Este concepto  resulta la síntesis de los problemas que se le presentan hoy al desarrollo educativo en el cual todos los pedagogos están comprometidos.

La perspectiva sociológica del problema educativo incide en:

  • la necesidad del conocimiento de la sociedad y, en particular, de la microsociedad (la comunidad);
  • la determinación de diagnósticos contextuales, de los que emanan los problemas que se reflejan en los sujetos y el proceso educativo;
  • la selección de contenidos-problemas que vinculen la educación con la realidad y sean fuente de motivación;
  • la precisión de fines y propósitos, en correspondencia con lo histórico-concreto del proceso educativo;
  • la selección y aplicación de estrategias didácticas que se caractericen por el protagonismo, la intervención social, la crítica, la solución de problemas y la empatía, como vías para una formación más integral y comprometida, individual y socialmente.

Perspectiva psicológica de la educación
Se ha analizado la educación desde su trasfondo filosófico: la concepción que se posee de la sociedad, el hombre, y la educación; y el sociológico: los problemas de la información, la comunicación, la identidad y la socialización.

Desde otra perspectiva, la de los sujetos, alumno y maestro, el problema de la educación se concreta primordialmente en el proceso de aprender y enseñar, en el que se sintetiza todo proceso educativo.

En la actuación docente el maestro aplica una concepción de enseñanza-aprendizaje, consciente o no, lo que es el resultado imitativo de lo recibido en su propia formación, o el efecto de lo institucionalizado, o de lo sedimentado intuitivamente de la propia experiencia.

Una concepción identificada como tradicional concibe el aprendizaje como un asociacionismo ingenuo (de fuera hacia adentro), de causa efecto, en el cual el aprendizaje tiene una naturaleza objetiva, donde el objeto de conocimiento no está mediado por lo subjetivo de lo psíquico o lo social; la realidad está inmutable fuera del sujeto y la apropiación es sensorial, individual. La actividad cognoscitiva del alumno se reduce a la de un receptor de información y la reproducción es mecánica y memorística.

El maestro, protagonista principal, centra el proceso educativo en la enseñanza de conocimientos, por demás acabados, estáticos, alejados de la experiencia y de los intereses del alumno y descontextualizados. De ahí que la relación maestro-alumno es la autoridad-sumisión, paternalismo-obediencia, donde cada sujeto perfectamente diferenciado en su rol enseña o aprende, apoyado en el concepto del poder que da el saber al maestro y la necesidad de «llenar» de conocimientos el recipiente vacío que se supone el alumno.
En el planteamiento didáctico tradicional imperan las teorías psicológicas asociacionistas en las que se destacan tres fases o momentos: conexionismo (Thomdike), conductismo (Watson) y condicionamiento reforzado (Hull y Skinner).7

Los planteamientos teóricos de la psicología, tratando de definir la clave del aprendizaje, han aportado las teorías llamadas mediacionales, que atienden a las estructuras y los procesos que se sitúan entre el estímulo y la respuesta. En ellos según Pérez,7  es posible distinguir un planteamiento que se refiere al aprendizaje social y otro a las teorías cognoscitivas:

  • El aprendizaje social por imitación incluye los fenómenos de troquelado de conductos (Lorenz) y la imitación (Bandura).
  • Las teorías cognoscitivas: aquellas que se refieren a la acción introspectivas del sujeto, de análisis de los procesos de estructuración, construcción de las experiencias y elementos que cada sujeto incorpora en su actuación con el objeto. Dentro de esta corriente se distinguen:
  • La Gestalt y la Psicología de los comportamientos.
  • La Psico Genética-Cognitiva, (Piaget, Inhelder, Ausubel, Bruner).
  • La Psicología  Dialéctica (Wallon, Vigotsky, Luria, Leontiev).
  • Teoría del Procesamiento de la Información (Gagne, Mayer, Simon) que trata de integrar las aportaciones del conductismo pero poniendo especial énfasis en las estructuras internas como mediadoras entre el estímulo y la respuesta.

Con una concepción dialéctica y crítica del proceso docente, para aprender es necesario aproximarse a la realidad desde dentro, desde la psiquis del sujeto, a partir de sus experiencias, vivencias, conocimientos e intereses.
El aprendizaje es la modificación interna del sujeto, del individuo, en sus formas de pensar, sentir y actuar, a partir de que le permite nuevas formas de relación consigo mismo, con los demás y con el medio, influyendo directamente en el crecimiento personal.8

Aprender es interactuar con el objeto, en un proceso de «ir y venir de la reflexión a la acción»,4 en el que los hombres y la realidad misma se transforman.

El aprendizaje es un proceso individual, de gestión cognitiva, en el que se pone en acción la personalidad total del sujeto. Pero también es un proceso social, de interactuación con otros sujetos: el maestro, otros alumnos, la familia, la sociedad.
Aprender es elaborar el conocimiento ya que este no está dado, ni acabado; implica considerar que la interacción alumno-alumno y con el grupo son medios y fuentes de experiencias para el sujeto que posibilitan el aprendizaje. El proceso de aprender hay que reconocer la importancia de la comunicación y de la dialéctica en las modificaciones del sujeto-grupo.4

En esta concepción de aprendizaje el maestro dispone y organiza las condiciones que pongan al alumno en situaciones de resolver el conflicto de enfrentar algo nuevo, desde las posiciones de lo conocido, donde no se le resuelve, sino que se le facilita el proceso de acercarse a un nivel de desarrollo cualitativamente superior.

El análisis de la naturaleza social del hombre nos remite a la necesidad de la comunicación. Únicamente se comunica el hombre, en los procesos sociales de producción material y espiritual. El lenguaje es la vía esencial de la comunicación del pensamiento, y estos factores: pensamiento y lenguaje en su interrelación dialéctica se desarrollan mutuamente, son fuentes del enriquecimiento integral del hombre, y a través de sus productos, se desarrolla la sociedad.

Los fundamentos teóricos de la actividad y la comunicación están en el centro del proceso educativo. Los resultados de las investigaciones filosóficas, psicológicas y de la teoría de la comunicación han contribuido al desarrollo de la educación mediante la utilización teórica y metodológica de estos conceptos.

La perspectiva psicológica del problema educativo exige que:

  • Se conozcan las características del alumno: desarrollo intelectual, intereses, necesidades.
  • El proceso cognitivo parta del nivel alcanzado previamente por el alumno en conocimiento, habilidad, experiencia, etc.
  • El aprendizaje resulte significativo para el alumno para que promueva su desarrollo integral.
  • El aprendizaje se realice mediante la participación consciente del alumno.
  • El proceso de aprendizaje se realice mediante la comunicación entre los sujetos protagonistas.

El análisis del maestro sobre la práctica docente, del proceso y su resultado, implica la reflexión desde las perspectivas confrontadas aquí: filosóficas, sociológica y psicológica, cuyos fundamentos teóricos sirven para la desconstrucción de los problemas que se presentan en el quehacer educativo.

La inclusión de este tópico no pretende agotar el asunto de los fundamentos teóricos, que como tal requeriría obra aparte, pero si llamar la atención sobre este punto de vista que permite introducir un enfoque multilateral y dialéctico del objeto estudiado: el proceso educativo.

Tres dimensiones de la educación
En el análisis que hacemos de la educación es importante distinguir tres dimensiones:

  • el proceso educativo
  • la ciencia didáctica
  • el currículo.

El análisis desde este enfoque contribuirá a la comprensión de que se trata de un mismo objeto: la educación, que se estudia desde diferentes ángulos: el real y objetivo del proceso, el conceptualizado de la teoría didáctica y el de la aplicación de estos conceptos al campo curricular.

El proceso educativo en la vida
El proceso educativo se efectúa por un conjunto de acciones que llevan a cabo sus protagonistas: educadores y educandos, en un contexto social determinado, a lo largo de sus ciclos vitales.

El proceso educativo lo ejecutan tres seres humanos: maestros, alumnos, la familia, cumplimentando sus respectivos roles en su interactuación, y esta circunstancia le imprime un sello peculiar que es el de lo humano, lo subjetivo, irrepetible, particular, auténtico.

La educación no puede perder lo genuino y específico de cada persona, porque depende de ellas. La educación, sistémica y científica no cabe en un proceso impersonal y tecnologizado. Lo hermoso de la educación, lo que la hace grande, generosa, culta, artística, aún en el carácter científico que pueda tener, es su carácter vivificante: vida y obra del que educa y del que es educado y todo acto de esquematizar y personalizar la educación es un acto vil, brutalizador, desconocedor de la esencia misma del hombre.
El proceso educativo es, además, de naturaleza social. La educación se formaliza a través de instituciones especializadas: la escuela, los institutos, la universidad, y estos centros representan la sociedad, sus aspiraciones, su cultura, su historia, sus costumbres, sus conflictos, sus demandas. Pero la sociedad educa, además, a través de factores no formalizados. Los medios masivos de comunicación: radio, t.v. la prensa; los centros culturales: museos, salas de arte, bibliotecas; los centros de entretenimiento; los grupos y asociaciones actúan con sus contenidos, con sus mensajes, su estilo, sobre los miembros de la comunidad, formándolos positiva o negativamente.

Hoy el proceso educativo trasciende los muros de los centros escolares y se esté consciente o no, las acciones y mentalidades de personas, grupos e instituciones sociales (no escolarizadas) influyen sobre la población, formando parte del proceso de educación.
En ocasiones estas acciones educativas no formales tienen más fuerza y están mejor dotadas que los cursos sistematizados de la educación escolarizada. La calle, los amigos, los programas de televisión, las películas, la moda, el hogar, son factores sociales que forman parte esencial del tiempo de los niños, adolescentes y jóvenes. Resulta a veces tan significativo para ellos que pasan a constituir su vida.

La escuela, muchas veces obligada por la familia, con acciones autoritarias y desmotivantes y contenidos ajenos a la «vida» del individuo, aparece ante el alumno como aquello de lo cual no se puede librar, lo que no necesita para vivir, lo que no le resulta útil, ni le interesa.

A veces la escuela, el proceso de educación formal, el sistema obligatorio, básico, legal, aparece en la vivencia de muchos niños latinoamericanos como algo desvinculado de la vida. La escuela es una cosa, la vida es otra. En la vida aprende, juega, se divierte, se relaciona con los demás, es él, tiene ideas propias; en la escuela sufre, imita, repite, se enajena y entrega su ser a otros sin saber a quién, ni por qué, o para qué.

El proceso educativo es real, vital, es la acción, el interactuar de los que aprenden y los que enseñan. El proceso es dinámico, movido por conflictos y sus enfrentamientos, reveses y éxitos.

El concepto de educación como proceso, obliga al docente, al educador, a entrar en el juego de la educación como sujeto activo y dinamizador; a ver al alumno como ente que interactúa y a la sociedad como el entorno igualmente activo, no frío ni estático como marco que dé luz o sombra; sino como sistema de factores económicos, políticos, sociales, culturales que se introducen en el proceso y que revierten su reflejo sobre aquellos, en una interactuación flexible, fresca y vital.

Visto así el proceso de educar: dinámico, complejo, vital está en el aula cada día, en el campo de deportes de la escuela, en el museo, en el arroyo o a la salida del poblado, en la casa de los compañeros del aula, en la celebración del día del educador. Es la escuela insertada en el hogar y en la comunidad, son estos insertados en la escuela.

La educación es entonces un proceso real y subjetivo, particular y social, vital. El maestro es formador de personalidades, y no sólo enseñante, porque entra en la vida de sus alumnos. Los educandos son sujetos individuales, pero al tiempo son miembros de una familia, de grupos de intereses afines, son seres que forman parte con otros niños y con los maestros, de la vida.

La dimensión científica de la educación: la didáctica
La ciencia es el sistema de conocimientos científicos sobre los fenómenos del mundo exterior o de la actividad espiritual de los hombres.

La ciencia refleja la actividad en forma de conceptos, categorías, hipótesis, leyes y requiere del método para cumplir con su tarea básica: el descubrimiento de las regularidades del desarrollo del objeto que estudia.

La ciencia según Álvarez,9 se caracteriza por:

  • Poseer una finalidad, consistente en el desarrollo del conocimiento, es decir en la profundización de las propiedades y leyes esenciales, atendiendo a las funciones que realiza: descubrir la realidad, explicarla, predecir el comportamiento futuro de los fenómenos, transformar la realidad.
  • Presentar un objeto de estudio.
  • Indagar en su objeto utilizando métodos especiales.
  • Explicar sus regularidades y propiedades en sistemas teóricos que cumplan requisitos lógicos y metodológicos.

La ciencia no puede considerarse el cúmulo de conocimientos abstraídos de los fenómenos sociales y por lo tanto neutrales y con características idénticas a cualquier sociedad. La ciencia no consiste en encontrar o descubrir verdades, sino en producir conocimientos válidos. Tampoco estos conocimientos pueden darse por definitivos, ellos son transitorios, sometidos a análisis y refutación. Al decir de Braunstein, «la ciencia no tiene cierre, es un objeto social en construcción».10

Concebimos la ciencia como un hecho social e histórico, que es producto de una práctica comprometida, que progresa por la lucha, oposición y ruptura frente a la conceptualización existente.

La posibilidad  de transformación de la práctica educativa y de alcanzar un conocimiento libre de errores, cada vez más aproximado a la realidad, está en la adopción de una actitud científica ya que esta puede desencadenar el conflicto con las posiciones de conservación y estatismo que existan.

La Educación no sólo es práctica docente, es también objeto de conocimiento, y por lo tanto, de investigación.

La educación es el objeto de la Pedagogía es la ciencia de la educación.

La Pedagogía es una ciencia no exacta, sino de naturaleza social, cuyo objeto: la educación, se desarrolla en el plano de los sujetos y de sus interrelaciones, lo que lo hace muy complejo y en él intervienen innumerables variables. De ahí que la ciencia de la educación debe enfrentar la investigación en busca de nociones y expresiones cada vez más exactas.

Esta realidad exige que la ciencia de la educación utilice procedimientos hermenéuticos, críticos e ideológicos para la comprensión de los procesos educativos, pero no por ello se ha de negar, como hacen algunos, su carácter de ciencia.

Una ciencia se reconoce como tal por poseer un objeto particular de estudio. El objeto de la Pedagogía es la educación. ¿Cómo identificar la educación?

Para Durkhein: «La educación es la acción ejercida por las generaciones de adultos sobre las que no están maduras para la vida. Tiene como objeto suscitar y desarrollar en el niño determinado número de estados físicos, intelectuales y morales».11

Para Pansza la educación consiste en una socialización metódica de la sociedad en su conjunto sobre los individuos, llamándose esta forma de socialización educativa informal o espontánea, y educación formal o escolar, aquella sobre la cual ejerce su acción la Didáctica.4

El carácter social y orientador de la educación forma parte consustancial de su núcleo. Educar es la actividad mediante la cual el sujeto se desarrolla en un proceso orientado en el que queda subsumida la acepción etimológica «educare»: conducir, orientar, guiar; y «educere»: extraer, dar luz. «El proceso de la educación no puede ser entendido al margen de una cultura, por cuanto significa inculcación y asimilación de las pautas culturales, morales y normativas vigentes de la comunidad en la que tiene lugar».7
La «actividad mediante la cual el sujeto se desarrolla» la «acción socializadora» requiere de una concreción conceptual para definir el objeto pedagógico.

La Pedagogía es el proceso de educación, objeto de la Pedagogía es la ciencia que estudia la educación, es decir, la formación del estudiante en todos sus aspectos y en el cual interviene además de la institución docente, como factor principal, la familia y otras instituciones culturales y sociales en general, así como grupos, colectivos, individuos, y medios masivos de comunicación.12
La Pedagogía resume todos los tipos de procesos que desarrolla el individuo durante la educación.

El objeto a estudiar por la ciencia debe ser considerado como sistema, entendido el sistema como conjunto de componentes interrelacionados entre sí, desde el punto de vista estático y dinámico, cuyo funcionamiento está dirigido al logro de determinados objetivos que posibilitan resolver una situación problemática bajo determinadas condiciones externas.12

La Didáctica es la ciencia que estudia el objeto proceso educativo: enseñanza-aprendizaje y posee las características de un sistema teórico: conceptos, categorías, leyes, y una estructura particular de sus componentes, que determinan una lógica interna, en la cual intervienen condicionantes sociales, si bien estas externas al objeto mismo.

La existencia del objeto proceso educativo está determinada por un problema específico: la necesidad social de formar a las nuevas generaciones y de educar, en general, a la población. El problema, es la génesis del objeto y fuente de la investigación didáctica y curricular. La esencia de dicho objeto es la naturaleza social, dada en la intervención de los sujetos del proceso: alumno-maestro, y en el contenido del proceso: preparar al hombre para la vida.

Inherentes al objeto didáctico se expresan contradicciones, que se dan en el proceso de alcanzar en las aspiraciones sociales de educar a nuevas generaciones y del desarrollo personal de los individuos.

Sometido el objeto didáctico a un proceso analítico se revelan sus componentes internos que contribuyen a identificarlo y que constituyen las categorías de la ciencia. Ellos son, el objetivo: como aspiraciones a lograr, el contenido: como selección de elementos culturales que serán aprendidos por el estudiante; el método: como vía de acción; las formas: como organización; el medio: como recurso material de apoyo; la evaluación como mecanismo de comprobación del nivel alcanzado. El problema: como situación inherente al objeto y que induce a la necesidad de darle respuesta, es incluido por Álvarez como categoría didáctica, criterio que asume el conferencista.13

El enfoque dialéctico del objeto didáctico, la revelación de las relaciones que se dan en el seno de su estructura, o de este con el medio, conducen a Álvarez, al reconocimiento de que dichas relaciones se producen de modo contradictorio, lo que determina la casualidad del movimiento del proceso y la existencia de sus regularidades o leyes. Este enfoque permite reconocer a la Didáctica como una ciencia pedagógica.

Análisis de las leyes de la didáctica propuestas por Álvarez.

  • La relación de la escuela con la vida, con el medio social, y
  • Las relaciones entre los componentes internos del objeto.

El proceso docente en el plano de la educación formal se lleva a cabo en la institución que moderablemente la sociedad encarga para desarrollar la educación. La escuela asume el problema de educar, como preparación para la vida.

El maestro representa la sociedad, quien tiene la función social de orientar, conducir el proceso, los objetivos como categoría científica también reflejan la sociedad en términos de aspiraciones.

Por otra parte, en los contenidos educativos esté presente lo social en términos de cultura (producto social) que deberá ser aprendido por el estudiante, entendido dicho contenido no sólo para la conservación cultural sino además para su transformación y enriquecimiento.

El medio social marca al proceso docente, especialmente en la educación superior, por los requerimientos que plantean las direcciones del desarrollo de la sociedad, de lo que se deriva la preparación del estudiante en los planos laboral e investigativo para resolver los problemas y transformar la sociedad.

Concebir una educación Para la vida exige la relación escuela-sociedad, desde el conocimiento de las características, problemas y demandas de esta última; la asunción de la direccionalidad del desarrollo (objetivos), la selección de elementos «que le pongan a la altura de su tiempo», (como diría Martí) y lo enriquezcan (contenidos); y la preparación para actuar exitosamente en su contexto (métodos).

La ley de la relación entre los componentes del objeto pone de manifiesto la dialéctica del proceso que establece su dinámica interna.

La enseñanza aprendizaje no es un hecho estático, ni aislado es un proceso, y como tal se mueve mediante conflictos y se desarrolla. Los objetivos representan aspiración a lograr, meta que sirven de dirección, pauta, orientación, lo que se constata con la evaluación. El contenido es el resultado de la cultura humana, recogido en diversas fuentes, que no sólo se remite a los conocimientos derivados de las ciencias, sino a experiencias y vivencias, relaciones entre los hombres y entre los propios estudiantes.

El proceso educativo alcanza su dinámica en el método: integración de las acciones y la comunicación de los sujetos que intervienen; en el método se ponen en movimiento los objetivos, contenidos y la propia evaluación.

El proceso docente es uno en su totalidad, sólo para su análisis separamos sus componentes. La dialéctica está en las interrelaciones entre ellos, tanto en el plano del diseño curricular, como del desarrollo y de la evaluación del proceso. Su preparación conduce errores metodológicos y prácticos.

La revelación de estas leyes en el plano teórico ayuda a explicar las causas de las situaciones que se dan en el objeto y tienen también función predictiva.

La fundamentación epistemológica del proceso docente incluye los métodos científicos propios de la investigación del objeto. Se proponen los métodos empíricos, teóricos e históricos. Los primeros para hacer el diagnóstico, experimentación y el establecimiento de las tendencias. En los teóricos el uso de los métodos sistémico-estructurales para el establecimiento de las relaciones causales, funcionales y dialécticas del proceso, y el enfoque genético.9

El método histórico facilita el estudio de la realidad, de sus raíces, y la comprensión de las situaciones y problemas tal como se presentan hoy día dando pautas para su superación.

La concepción de la Didáctica como ciencia pedagógica y su investigación con una metodología científica, plantea así mismo la necesidad de utilizar métodos hermenéuticos, y críticos. Esta es una ciencia que se alimenta de la reflexión colectiva, del análisis y la observación de una realidad compleja y el uso de estos métodos y técnicas contribuyen al esclarecimiento de los problemas y el enriquecimiento de sus soluciones teórico-prácticas.

Se desprende de estas últimas ideas que la concepción científica de la Didáctica, expuestas anteriormente, van acompañadas de una concepción crítica. Se parte del reconocimiento de la Didáctica como una ciencia en consideración, a partir de la realidad educativa, sometida esta última al análisis y reflexión de profesores y alumnos, como expresión de la conciencia y responsabilidad de sus propias acciones.

La actitud didáctica reflexiva y crítica se ejerce sobre el ámbito más general del proceso educativo, no el estrecho del aula sino del contexto social, en la compresión de que los problemas que atañen a la educación no son sólo técnicos, sino del orden social: políticos, ideológicos, económicos, etc., en los que el maestro y el alumno desenajenados y conscientes de su rol, tienen el compromiso individual y social de actuar libremente en dicho proceso para su superación y desarrollo.

El carácter crítico de esta dictadura supone revelar lo que está oculto, analiza las cuestiones de autoridad y la contribución al desarrollo de un pensamiento y una actitud colectiva de reflexión y transformación educativa.

Convergencias y distinciones entre la pedagogía y otras ciencias
La ciencia pedagógica estudia el objeto educativo desde diferentes perspectivas, lo que ha dado origen a ciencias pedagógicas particulares.

El análisis realizado de la Didáctica General se refiere a las características y regularidades  del proceso de enseñanza-aprendizaje.
El estudio del proceso de enseñanza-aprendizaje relativo a una disciplina en particular también es objeto de la Didáctica, pero no de la Didáctica General, con la cual tiene estrechas relaciones, sino de las Didácticas Especiales.

Las características específicas del objeto que se estudia, (por ejemplo Historia), su naturaleza (en este caso social), su lógica, las corrientes científicas (historiográficas) a que se adscribe, sus métodos investigativos, las finalidades de su estudio, imprimen al proceso de enseñanza-aprendizaje un sello distintivo que lo convierte en un objeto particular, si bien pedagógico y didáctico (la enseñanza de la historia), que ha originado al desarrollo de la Didáctica Especial de la Historia en este caso.

Las didácticas de las disciplinas que se enseñan (Matemáticas, Geografía, Historia), son ciencias pedagógicas de relativa juventud, pero ocupan hoy día lugar de privilegio en la ciencia educativa, pues los avances en el campo de las ciencias particulares (Matemáticas, Geografía, Historia) por una parte, y de otras ciencias sociales, como es el caso de la Psicología, permiten un mayor conocimiento de los procesos de enseñanza-aprendizaje. Así el proceso de identificación del objeto de estudio, distinguiendo el objeto histórico, (para seguir con el ejemplo), del psicológico y del propiamente didáctico, facilita en la actualidad el desarrollo de las Didácticas Especiales.

Otras ciencias didácticas particulares están dirigidas al estudio del proceso de enseñanza-aprendizaje en condiciones o situaciones específicas, dadas por el tipo de alumno: Didáctica de la Educación Especial; o el nivel de escolaridad: Didáctica de la Educación Prescolar, Primaria, Secundaria, Superior.

El proceso educativo es estudiado por otras ciencias tales como la Filosofía, la Psicología, la Sociología, La Cibernética, y sus aportes han enriquecido la teoría didáctica.

Se reconocen la Filosofía de la Educación, la Psicología de la Educación, La Sociología de la Educación, etc., pero esas ciencias estudian el proceso educativo desde las características y regularidades propias de la filosofía, la psicología o la sociología, que son sus objetos respectivos de estudio.

Así, las categorías y leyes de la filosofía ofrecen el modo de interpretar la educación y orientan su desarrollo posterior desde sus regularidades filosóficas. La Psicología contribuye decisivamente a determinar las características y regularidades del aprendizaje y de la formación de la personalidad. Con el desarrollo creciente de la idea del papel social del maestro, la escuela y la educación, los estudios sociológicos adquieren cada vez mayor importancia para comprender las interrelaciones entre la escuela, la familia, la comunidad, los grupos, las clases sociales, el estado.

La complejidad del objeto educativo determina la necesidad de su estudio desde diferentes perspectivas, con el objetivo de lograr su conocimiento de la forma más integral posible. Por esa razón, una buena preparación del docente debe incluir no sólo la Didáctica General y las Didácticas Particulares, materias principales de su formación, sino además la Filosofía de la Educación, Psicología de la Educación, Sociología de la Educación, Cibernética Educativa, Historia de la Pedagogía y la Educación, Gestión Educativa, Metodología de la Investigación Educativa, entre las más importantes.

Didáctica de la educación superior
La didáctica de la educación superior es una de las didácticas particulares de más reciente tratamiento científico.

La práctica de la educación superior, sistematizada en centros universitarios desde el siglo XIII en Europa y América Latina desde el XVII ha centrado su interés en las ciencias y ha creado el mito de ser la necesidad exclusiva en la formación de intelectuales y especialistas. Este criterio ha trascendido más contemporáneamente a la formación de profesionales.

En los docentes de las universidades han ido formándose el concepto de que no requieren de la pedagogía y/o de la didáctica para desenvolverse como tales y, de hecho, han privado a los altos centros de estudio de las teorías y metodologías de la enseñanza y el aprendizaje envolviendo a los conceptos educativos en una imagen discriminatoria y a la práctica docente en la intuición y el espontaneísmo con el consiguiente prejuicio para la formación de profesionales.

Resulta muy interesante, pero al mismo tiempo deprimente, detenerse a reflexionar sobre el hecho de que la preparación pedagógica y psicológica del docente es inversamente proporcional al nivel de escolaridad que ofrece. Así, los docentes  de prescolar y primaria reciben en todos los países una formación ad hoc y sistematizada, en muchos de los cuales alcanza el nivel universitario y la preparación del profesor de nivel medio oscila entre una formación de técnico medio (normalista), en ocasiones de licenciado, o sin ninguna preparación pedagógica; mientras que el docente de nivel superior no recibe formación pedagógica alguna y sólo en muy contadas ocasiones—como ocurre en las universidades cubanas— hace vida didáctica: de capacitación e investigación en el centro universitario como parte de su condición docente.

Esta realidad hace más necesario el conocimiento de la didáctica de la educación superior y la investigación en este campo, en tanto de ellas depende, en buena medida, la efectividad de la formación de los individuos en los que descansará el desarrollo social: científico, tecnológico, cultural, político y educativo.

La educación superior se dirige a la formación de profesionales, no de eruditos, ni de empíricos artesanos y debe hacer coincidir el desarrollo individual con el profesional y el social.

Hoy no se trata de formar en la universidad un científico puro, un teórico, o un especialista. La educación universitaria tiene que dar respuesta a las exigencias sociales de la época; a egresar profesionales que conozcan su realidad y contribuyan a darles solución a sus problemas y desafíos, y a hacerla progresar.

De ello se desprende la urgencia de reflexionar sobre el currículum universitario, reflexión que clama por el dominio técnico-didáctico de los docentes quienes están llamados a ser los principales protagonistas de este proceso que puede influir, y de hecho influye, en los destinos de los pueblos.

Dimensión aplicada de la educación: el currículum
Currículum es un término polisémico, que se refiere en algunos casos al plan de estudios; en otros de los programas, al contenido de la enseñanza o la guía para la acción. Pero si se abandonan las interpretaciones reduccionistas, se concibe como proyecto alternativo, que con carácter de proceso elabora el profesor en la dinámica de su trabajo teórico-práctico.14

Rosada considera que el «currículum es un proyecto que debe permitir la producción de conocimientos, en los alumnos y en el propio profesor, sobre sus procesos de enseñanza-aprendizaje, rectificación de la práctica profesional y la incorporación de nuevas teorías».2

El currículum no es la ciencia Didáctica, esta lo rebasa; pero los principios, teorías, componentes y regularidades didácticas son el basamento teórico-metodológico que en él se particularizan.

El currículum está contenido en la didáctica. Él expresa una concepción didáctica determinada, de forma aplicada que puede ser concretada en varios currículum particulares. En é se integran, además, las características especiales de los alumnos a quienes va dirigido y las condiciones del contexto donde se ejecutará.

Por otra parte, la conceptualización de ciertas tendencias curriculares coadyuvan a la elevación del objeto currículum a nivel teórico, pero en este proceso la explicación educativa corre siempre bajo el discurso (teorías, principios, categorías, etc.), de la Didáctica.
En la construcción didáctica, currículum es un proyecto educativo global que asume una conceptualización didáctica y posee la estructura de su objeto: la enseñanza-aprendizaje. Tiene carácter de proceso y expresa una naturaleza dinámica al poseer su objeto relaciones interdependientes con el contexto histórico-social, con la ciencia y los alumnos, condición que le permite adaptarse al desarrollo social, a las necesidades del estudiante y a los progresos de la ciencia.

En Cuba el profesor universitario es el eje de la labor educativa, ello se logra cuando junto a los contenidos propios de sus disciplinas, el profesor incorpora el desarrollo del pensamiento crítico, de la inquietud cognoscitiva, del rozamiento integral. Parte importante de su labor educativa es, asimismo, mostrar a sus estudiantes el valor agregado del trabajo en equipo, del aprendizaje colaborativo, junto a la responsabilidad individual  de cada uno de los miembros del grupo. Se aspira a que los docentes sean para sus estudiantes un modelo de rigor científico, de maestría pedagógica, de integridad moral y cívica, un excelente comunicador, un amante confeso de la justicia, y un defensor a toda costa de la idea de que un mundo mejor es posible.15

«Solo la educación salvará la especie humana»
Fidel.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  1. Garciarena O. Poder y clases sociales en el desarrollo de América Latina. Buenos Aires: Paidos; 1967.
  2. Rozada JM. Desarrollo curricular y formación del profesorado. Oviedo: CYAN; 1989.
  3. Alonso Hinojal I. Sociología de la educación. Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas; 1980.
  4. Pansza M Fundamentación de la didáctica vol.1. 2da ed. México: Guernika; 1987.
  5. Palacio R. Retos y desafíos de la educación. Habana: Ediciones CIFPOE-Varona; 1994.
  6. Vera E. Crisis de la cultura y la educación como proyecto de identificación cultural. Congreso de Pedagogía 93. La Habana; 1993.
  7. Pérez Pérez R. El currículum y sus componentes. Barcelona: OIKOS-TAU; 1994.
  8. Castellanos D. Teorías psicológicas del aprendizaje. Habana: Ediciones CIFPOE; 1994.
  9. Álvarez de Zayas RM. Didáctica y currículum del docente. La Habana: Ediciones CIFPOE-Varona; 1995.
  10. Braunstein R. Psicología, ideología y ciencia, siglo XXl. México; 1977.
  11. Durkheim E. Educación y sociología. Buenos Aires: Colecciones Tauro; 1974.
  12. Álvarez de Zayas CM. La escuela en la vida. Habana: MES; 1993.
  13. Álvarez de Zayas CM. Epistemología educativa. Bolivia: Universidad de Sucre; 1995.
  14. Álvarez de Zayas RM. La formación del profesor contemporáneo. Currículum y sociedad. Congreso Pedagogía`95. La Habana; 1994.
  15. Díaz Canel Bermúdez M. Conferencia Inaugural en el 7mo Congreso Internacional de Educación Superior “Universidad 2010”. La universidad por un mundo mejor. La Habana: Ministerio de Educación Superior; 2010.


Copyright (c)